1.- Genera un ambiente donde padres, profesores y alumnos participan y debaten.
2.- Origina una educación personalizada, focalizándose en las aptitudes, habilidades y competencias individuales de los alumnos.
3.- Propicia un trabajo colaborativo, incentiva el “alumno protagonista” o actor principal, dejando atrás un simple receptor.
4.- Fortalece liderazgos positivos, creativos e innovadores.
5.- Potencia la organización, coordinación y los emprendimientos propios.
6.- Genera un aumento constante del rendimiento académico de los alumnos. Mejora disciplina, participación en clases y creación de liderazgos positivos y comprometidos con su entorno.
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